lunes, 19 de septiembre de 2011

Javier Martínez, un animal de escenario

Javier Martínez es el responsable de que el blues se cante en castellano.

Fue el cerebro del trío Manal, pioneros –con Almendra y Los Gatos- de la construcción del naciente rock argentino de finales de los ´60. 

Se define como un “animal de escenario” que la fama nunca tendrá como presa.

No reniega de su historia pero prefiere hablar del presente y el futuro, aunque se le escapen recuerdos y hasta algún detalle que los libros nunca registraron.

No cambió, y no tiene por qué hacerlo. Mantiene intacta la potencia cautivante de su batería y la agudeza de su pensamiento, que expresa entre risas cómplices, suspiros de reflexión y algunos insultos perfectamente ubicados.

Acaba de brindar un espectáculo casi íntimo en el subsuelo del mítico Jazz & Pop durante más de dos horas.

Se coloca el pulóver sobre los hombros y se sienta relajado a dialogar sin siquiera esperar una pregunta.

“¿Qué estás tomando, pibe?”. Le ofrezco un trago de vino tinto pero prefiere seguir con el agua mineral.

Javier, para saber de historia están los libros. Contame qué estás haciendo hoy.

- Javier Martínez: “Sí, y te agradezco porque como sabrás ya no hablo de la historia. Estoy haciendo lo que viste esta noche: estoy tocando. Y eso es muy importante”.

Escuché temas nuevos, inéditos. Uno es “Blues de Pappo”, ¿quisiste homenajear a un amigo?

- “Sí, lo hice porque yo fui muy amigo de Norberto. Lo escribí un año después de que se tomó el palo para el otro barrio. Lo escribimos con dos amigos, ´Pino` Callejas y Héctor Actis”.

- También tenés uno que escuché, alguna vez, pero cantado por Tanguito, “ElHombre Restante”. ¿La compusieron juntos?

- “La música es de Tanguito y la letra es mía. Él lo gabró, yo nunca. Hasta que decidí hacerlo. Como ahora voy a grabar ´Salgan al Sol` que yo se lo di en aquellos años a La Pesada.

“El tema que vos decís tiene una letra apocalíptica, dramática. No sé si me gustan esas canciones porque cuando las canto me arrepiento”.

- Claro, vos siempre fuiste muy optimista...

- “Sí. Me gusta generar alegría. Yo en una época era muy extremista, quería hacer letras que fueran una medicina, que cortaran las pálidas. Pero es muy dogmático, no se puede. Uno es un hombre más, estás en el mundo y en tu vida de poeta tenés días de bronca, de lágrimas y días de risa, entonces también tenés que hacer canciones que puteen un poco”.

- ¿Cuándo sale el nuevo disco?

- “El disco está grabado, estoy viendo cómo lo edito. Porque ya viví la experiencia con el disco ‘Basta de Boludos', que la compañía editó en 2003, pero lo sacó de las bateas y no está en ningún lado. Sí lo está vendiendo en internet y en los países extranjeros. Es una actitud que no me gusta. Así que vamos a ver qué pasa”.

- Es complicada la industria discográfica, ¿no?

- “Es muy rara la industria del disco. Es un mundo en el que no te quieren dar el lugar y, en realidad, no hay que pedirle el lugar a nadie. Por eso entró en crisis la industria de la música y empezaron a producir basura. 

Debe haber sido para darles una lección a los músicos que se metieron en política hace como 40 años”.

- ¿Los músicos no tienen que hacer política?

- “El artista no debe descender a la arena política, c
omo dijo Goethe. Vos como artista podés y debés tener una posición política pero volcarla a través de tu arte. No mezclarte entre los políticos porque sino sos un gil. No tenés que abandonar lo tuyo. Los políticos no abandonan la política y se sientan atrás de una batería a hacer el ridículo”.

-Más allá de los músicos políticos, ¿no hubo siempre una tendencia de las discográficas a ignorar el talento?

- “Sí, sí, siempre. Y ahora está totalmente acentuado.

“Pero es como nos dijo Salgán en los pasillos de Sadaic: ‘No se preocupen por esos vaivenes caprichosos de las discográficas. Ustedes acumulen obra, hagan muchas canciones buenas y acumulen’. ¡Y tiene razón el tipo! Porque de última, mirá, yo le debo mi carrera a un editor de partituras, al señor Ben Molar.

“Te doy un dato histórico que no figura en ningún libro, porque cuando no me preguntan de historia yo hablo: Ben Molar me editó a mí y a todos los pioneros de La Cueva en partituras antes de que nosotros grabáramos. Cualquiera podía comprar las partituras y tocar ‘La Balsa’, ‘De Nada Sirve’, de Moris, ‘No Pibe’, de Javier Martínez, pero nadie había grabado todavía... la industria del disco es así de compleja”.


- Además de la música, ¿nunca pensaste en probar con otras ramas del arte?

- “Un amigo que también es periodista me dijo: ‘tenés que escribir un libro’. Y lo estoy escribiendo. Le perdí el miedo a la primera persona y a contar mi vida que es una novela”.

- Tus letras siempre describieron al Hombre y el mundo, entre otras cosas. ¿Cómo ves a la sociedad actual?

- “Estamos en un momento de cambio. Me hacés pensar en Marshall McLuhan que dijo que los cambios tecnológicos traen mucha angustia.

“En estos primeros diez años del siglo nuevo, nos estamos empezando a acomodar a la angustia que produce internet y los teléfonos celulares. Los avances tecnológicos le traen al hombre muchas ventajas pero también mucho desconcierto, confusión. Estamos todos un poquito loquitos por esto.

“Hay que bajar un cambio, dos, tres; poner punto muerto y bajarse del auto... Estamos yendo a 600 kilómetros por hora y en cualquier momento nos damos una piña y vamos a parar a la mierda”.

 - Esa historia de la que hablás poco te otorgó mucha fama, aunque el término “famoso” está bastante manoseado. ¿Cómo la manejás?
 
- “La música popular tiene un problema muy grande para el artista que la cultiva. Si llega al éxito masivo, está en un problema el tipo: la fama. Es un síndrome contra el cual tenés que estar vacunado, y si no estás vacunado tenés que seguir un tratamiento y, a veces, es incurable.

“La fama es como un licor fuerte, es como la navegación: marea. Si vos sos un buen marinero no te mareás con la fama.

“Por ejemplo, a Spinetta nunca lo vi mareado. Lo nombré ´Gran Almirante` de la navegación de la fama. Al margen de que me parece un gigantesco poeta, un tremendo compositor y un gran intérprete, es un gran tipo.

- Una excepción…

“Claro. Otros tipos, que no voy a nombrar, conocieron un poquito la fama e hicieron desastres con su propia carrera, se autodestruyeron. Porque para estos tipos el éxito es insoportable. Suben a un escenario y les agarra pánico escénico.

“Lo que yo estoy disfrutando ahora es que me doy cuenta de que soy lo que los franceses llaman una bestia de escenario. Sin insultar a los animales y sin insultarme a mí. Yo me siento muy cómodo en el escenario, no sé lo que es el pánico y la fama nunca me afectó, por lo menos en mi madurez artística.

“A lo mejor cuando empezaba sí pero, ¿quién no es una ‘fanfa’ a los veinte años? Me decían: ‘¿Vos qué hacés?’, y respondía: ‘Yo soy un genio’. Y bueno, un poquito de autobombo en este laburo necesitás, pero nunca me la creí.

“Mi reflexión es: hechos no palabras”.

- Tu disco “Basta de Boludos”, ¿tiene que ver con eso?

- “Sí. Se lo escribí a los tipos que hablan mucho, que teorizan... y todo porque se marearon con cinco minutos de fama.

“Yo veo que todo el mundo toca instrumentos ahora, ¿viste? Todo el mundo es músico. ¡No puede haber tantos músicos, no puede ser que todos sean buenos!

“Tendrían que volver la autocrítica y los públicos duros como cuando empecé, que si tocabas mal o tenías algún problema de sonido en el escenario te cagaban a monedazos. ¡Podías abrir un plazo fijo con las monedas que te tiraban!”.

- ¿Sobran boludos en el rock?

- “Rock es Elvis Presley, los Beatles, los Redondos, Spinetta, Vox Dei, Sandro y Los de Fuego, yo formo parte de eso... son muchos. Pero hoy hay tipos que dicen que hacen rock pero son poperos”.

- La futbolización del rock, ¿entra en ese pedido de “basta”?

- “¡Sí! Y sin insultar al fútbol. El problema es que el rock se futbolizó y agarró lo peor del fútbol, si hubiera agarrado lo mejor, bueno...

- Los estadios, las bengalas, el aguante, ¿no?

“Yo no voy a tocar nunca más en estadios porque están hechos para el deporte. No suenan bien y se produce una anomia. Como en esos festivales donde hay doce bandas. El tipo que está caminando por abajo no sabe quién es el que está tocando arriba. El que está tocando arriba no sabe quién es el que está caminando por abajo. Es una ezquizofrenia, no tiene nada que ver con la música.

“No es rock, es ‘boludock’.

- ¿Es una culpa compartida? Músicos y seguidores.

- “Hay un problema de falta de autoridad del que está arriba del escenario. Zucumbir a la demagogia y permitir que esa hinchada, con barra brava incluída, sea la protagonista. Terminó en suicidio colectivo, es una tragedia que no tiene límites. Eso hay que tomarlo como una experiencia para que nunca más se vuelva a repetir.

“Formar la bandita de rock no es como formar un equipo de fútbol e ir a competir. El fútbol es un deporte y, por ende, es competitivo. El arte no, es estética, no es crear una banda de fanáticos que te sigan, una religión o una secta.

“Dejémonos de joder, el rock es una canción y eso está por arriba de todo. Es una dificil combinación entre música y literatura. ¿Te parece poco? ¡Y si no es así no es un carajo!”.


(Para escuchar lo último de Javier Martínez: www.myspace.com/manaljaviermartinez1)

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